PERIODISMO
POTOSINO, ABERRANTE Y SIN ÉTICA PERPETÚA LA IGNORANCIA Y LA INCULTURA
Por Eric
Muñiz de la Rosa
No
entiendo cómo es posible que aún se practique en San Luis Potosí un periodismo
que simplemente no lo es.
Desde la
pasada década de los 80 se estableció en San Luis Potosí, por la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí, (UASLP), la primera escuela de ciencias de la
comunicación, desde entonces han brotado otras cuatro o cinco escuelas en otras
tantas instituciones educativas.
Es
cierto que estas escuelas, en sí, no preparan profesionales en periodismo, pero
al menos su currículum incluye uno o dos semestres en la materia, al menos para
encausar a quienes prefieren emplearse como periodistas con una idea básica
para ello.
Pero
surgen las preguntas: ¿Están de verdad enseñando aunque sea algo similar al
periodismo? ¿Están los maestros de esta materia realmente capacitados para
enseñarla?
Tales
preguntas salen a colación porque en los diarios potosinos hay egresados de
esas escuelas, tanto como reporteros o editores, o en otras capacidades. Y
francamente no lo demuestran, los ejemplos son infinitos.
Generalizando,
los reporteros potosinos carecen de los conocimientos periodísticos necesarios
para escribir una nota correctamente. La carencia de una educación académica la
suplen con palabras que, según la tradición, los convierte en
"periodistas".
Así, una
casa la convierten en inmueble, al hospital en nosocomio, los bomberos son
tragahumo, los padres son progenitores, un incendio es conflagración o
siniestro. Los accidentes invariablemente son aparatosos, los incendios son
voraces, y los malos padres o madres son desnaturalizados.
Para los
reporteros potosinos una nota es repetir la primera versión que recogieron de
los hechos. Para ellos no existe el punto de vista opuesto, la aclaración
verídica de estos o las declaraciones contrarias, es decir, la corroboración de
las declaraciones y de los boletines; es decir ignoran olímpicamente lo
esencial de una nota periodística: la veracidad (exactitud) y el balance
(imparcialidad).
Para
desgracia del lector, quien es quien al final resulta afectado, los editores de
los diarios potosinos dejan pasar esta clase de impropiedades, es decir, que al
permitir tan negligente publicación de tan deficiente información, demuestran
el mismo grado de desconocimientos e ignorancia periodística —o más,
considerando sus supuestas obligaciones— del reportero o reportera.
Asimismo,
un periodismo amarillista es anti periodista, como lo es un periodismo sin
ética. En el periodismo potosino se ignora la función periodística de informar,
lo que existe es un acarreo de propaganda que las oficinas de "comunicación social", tanto las
oficiales como las privadas, elaboran y difunden con la complicidad de los
medios informativos, el reportero sólo los lleva hasta su medio o los reproduce en su sala de redacción
para su publicación.
El
amarillismo ha suplido al interés de la nota bien escrita. Por ejemplo, al
escribir esto, la nota más leída en el diario Pulso no era la del escándalo de
la corrupción gubernamental descubierta durante las comparecencias de los
funcionarios gubernamentales ante el Congreso Estatal, sino la titulada
"Madre le quema las manos a su hija", una nota de la "sección de
policía", por cierto, esta, la sección de policía, como la de sociales no
existen en la prensa del Primer Mundo.
La nota
describe que: "Madre desnaturalizada le quemó las palmas de ambas manos a
su pequeña hija de 11 años de edad, se las colocó en el fuego de la estufa en
su casa de la colonia Progreso debido a que la acusaban de robarse dinero de la escuela". Ahí tienen
ustedes la consabida palabra “desnaturalizada”.
El
reportero, en este caso aprendiz de periodista, no solo describe con
"detalles" un evento que él nunca atestiguó, sino que, de paso,
contra toda ética periodística, identifica detalladamente a la víctima, quien
como menor de edad, debe de ser protegida, manteniéndosele en el anonimato
El
ignorante reportero proporciona nombre, edad, domicilio y hasta la escuela de
la que es alumna.
Tanto el
reportero como el editor, en este caso la editora Adriana del Socorro Ochoa,
mostraron su total desconocimiento de ética periodística. Ellos no tienen ni la
más elemental idea del daño sicológico y social, posiblemente irreparable, que
su irresponsabilidad causará a la niña, que ya de por sí sufre por las
cicatrices corporales y mentales causadas en su ambiente familiar.
La nota
agrega: "La menor narró que su madre la había tomado de ambas manos y le
había acercado las palmas a la llama de la estufa, ya que la habían acusado
de robarse 500 pesos de la escuela
Miguel Alemán, donde estudia, ubicada en la avenida Salk en la colonia
Progreso".
Faltando
a lo más elemental de su deber, el reportero no acudió a la escuela a
investigar el origen de la acusación de robo. Quizás para entonces ya habría
aparecido el dinero, o se habría descubierto al verdadero culpable.
También
ignoro otros detalles importentes ¿De quién era el dinero? ¿Quién acusó a la
niña? ¿Qué dijo el director o directora de la escuela? ¿Intervino la policía en
la escuela? ¿Hay acusación formal en contra de la niña? ¿Testigos? ¿Se recuperó
el dinero?
Nada.
Solamente que, escudados en su pretenciosa calidad de "periodistas"
intocables, tanto el reportero como la editora se convirtieron en acusadores,
jueces, jurado y verdugos.
Lo que
está fuera de mi comprensión, es el hecho de que Adriana Ochoa no solo es
editora de Pulso, sino también maestra de la escuela de Ciencias de la
Comunicación de la UASLP.
¿Qué es
lo que enseña a sus alumnos?
Concidentalmente,
este mismo día cayó en mis manos una reseña titulada "Seminario
Internacional CONEICC-FELAFACS: "Ética de la comunicación y el periodismo
y transición democrática en México: La
Formación Deontológica de los Comunicadores y
Periodistas Universitarios ", celebrado el 4 y 5 de noviembre
del 2004 en las instalaciones de la
Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UASLP.
Añade la
reseña: "En el seminario participaron representantes académicos de 24 instituciones de educación
superior del país y con estudiantes y profesores de la Escuela de Ciencias de
la Comunicación de la UASLP y de otras Universidades del estado, así como
con los maestros Ivette Maisonet
Quiñónez de la Universidad del Sagrado
Corazón de San Juan Puerto Rico; Margarita Alonso de la Universidad de
La Habana, Cuba; Juan Antonio Mejía de
la Universidad del Caribe, República
Dominicana y Tony Pérez de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo".
Qué
incongruencia, el seminario incluyó una disertación entre Adriana del Socorro
Ochoa (UASLP), Josefina Buxadé (UDLA) y Adalberto Juárez Mendoza (UIC), quienes
dialogaron, lean ustedes muy bien, y sin reírse, "sobre la formación ética
de los futuros comunicadores universitarios".
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