LECCIÓN
NO APRENDIDA POR LOS PERIODISTAS POTOSINOS
Por Eric
Muñiz de la Rosa
Después
de cinco años de continuas—y muy merecidas—críticas al periodismo potosino, me sentí
interiormente halagado después de leer una columna que sintetizaba todo lo que había
escrito. Digo que halagado, porque este aval involuntario salía de la pluma de
un periodista mexicano reconocido internacionalmente, y que llego a conocer
personalmente al periodismo potosino.
Este
periodista ha colaborado con el diario Pulso, una vez en la famosa como tragicómica
“reingeniería” de ese diario, y otra en el igualmente fracasado intento de enseñar
a los reporteros de Pulso lo que es la crónica periodística.
El
involuntario aval a mis críticas lo dio nada menos que el maestro de periodismo
Marco Lara Klahr, por medio de una columna titulada:
«BOLETINEROS»
(NOTA:
Marco Lara Klahr es periodista desde hace 33 años, egresado de la UNAM. Sus
reportajes, ensayos y capítulos de sus libros han sido traducidos al inglés,
portugués, francés, italiano y alemán.
Reportero
independiente; director de minimedia otromexico, coordinador del Proyecto de
Violencia y Medios en Insyde; consultor de Open Society Justice Initiative, y
editor de presunciondeinocencia.org.mx, es director administrativo y profesor
fundador de la Escuela Mexicana de Escritores. Su blog medios aparece en 21
medios, y pertenece al Consejo Consultivo del diario El Universal. Creó y
estuvo al frente de la Unidad de Investigación de El Universal (2008-2009), investigador
y coordinador académico de la Fundación Prensa y Democracia, AC, y profesor del
posgrado en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.)
AHORA
SI, “BOLETINEROS”
San Luis
Potosí.- Durante un intenso taller organizado por AsiLegal sobre el papel de
los medios informativos en el nuevo paradigma de justicia penal acusatorio
hacia el que transitamos en México [agosto 24-25, 2012], varios colegas
reporteros y editores potosinos expresaron dudas legales y éticas sobre la
cobertura que los periódicos locales hicieron respecto de las aparentes
denuncias ante el ministerio público de dos personas que se acusaban mutuamente
de violación.
Puesto
que yo ignoraba el asunto, no pudimos hacer entonces una revisión precisa acera
de sus implicaciones en cuanto a derechos ciudadanos. Ahora, habiendo revisado
la información aludida, me preocupa e indigna una vez más la manera como las
instituciones policiales mexicanas están comunicando, ancladas en enfoques
violatorios de derechos de la personalidad y procesales penales.
Según
encontré, sorprendentemente el diario que dio la primicia, a principios de
julio, fue Pulso. Digo sorprendentemente porque este es uno de los diarios con
mayor arraigo y credibilidad entre la sociedad potosina. En su edición en
línea, publicó una primera versión de la noticia bajo el encabezado «Vecinos se
acusan mutuamente de abuso sexual luego de una fiesta» [julio 9, 2012], y al
día siguiente una segunda versión con una cabeza menos informativa, y
claramente moralista e incriminatoria en varios sentidos: «Hombres acaban su
juerga en la cama».
En ambas
notas, las fuentes citadas son la Dirección General de Seguridad Pública y la
Policía del Estado, y se revela múltiple información que atenta con diversos
derechos de los jóvenes denunciantes, incluidos sus derechos a la dignidad, a
la privacidad, a la no discriminación y a la protección de datos personales,
así como a la presunción de inocencia.
De este
modo, dichas instituciones y sus funcionarios, cuyo mandato constitucional
expreso es respetar y hacer respetar los derechos y la ley, se exhiben como
agentes de violencia de Estado, violadores de garantías ciudadanas y
quebrantadores de la legalidad, flagrantes, impunes y de mala fe porque,
además, lo hacen sabiendo que su comportamiento no tendrá consecuencias de
orden administrativo, civil y penal.
En los
días posteriores a la publicación de Pulso, fueron apareciendo en diversos
medios impresos locales y de otros estados del país versiones noticiosos
idénticas, sin molestarse en citar siquiera el origen de la nota y añadiendo
fotografías. A este patetismo periodístico se agrega el que el tabloide local
La Razón decidiera publicar la noticia en un sección llamada «Cartelera
policiaca» -que denota la mezquina espectacularización de los conflictos y las
tragedias que padecen miembros de su propia comunidad.
Luego,
bajo el encabezado «Pide hombre se aclare acusación de abuso sexual» [julio
12], tras dar a conocer que, «En un escrito enviado a esta Redacción», uno de
los muchachos afectados se inconformó por lo publicado y exigió una aclaración,
Pulso hace saber a sus lectores que «Respecto a la nota informativa [donde da a
conocer el asunto, tres días antes], este medio de comunicación se basó en un
boletín de prensa enviado por la Dirección General de Seguridad Pública del
Estado, quien también proporcionó las fotografías de los involucrados.
«El
boletín fue titulado por la DGSPE “VECINOS SE ACUSAN MUTUAMENTE DE ABUSO
SEXUAL, TRAS UNA FIESTA EN QUE HUBO EMBRIAGUEZ POR ALCOHOL” e inicia diciendo
“La Policía Estatal arrestó la mañana del domingo a dos hombres vecinos que se
acusan mutuamente de haber abusado sexualmente uno del otro”».
Y, por
increíble que resulte, al final el prestigiado (?) diario no asume su
responsabilidad ni pide perdón a las personas afectadas por publicar
información no verificada ni confirmada, sino que hace profesión de fe de un
periodismo superficial, socialmente perjudicial, falto de estándares
ético-legales, acrítico, servil a la «fuente oficial» y tan impune como esta,
al concluir que «Por lo tanto, este medio informa que la nota se basó única y
exclusivamente en la información oficial y tampoco distorsionó el sentido de la
noticia».
La ética
profesional del periodismo impone verificar, confirmar y contrastar toda
información antes de publicarla, dando voz a todos los actores implicados en un
hecho noticiable, respetando además sus derechos, pero Pulso, evidentemente,
reconoce de forma explícita que esos referentes deontológicos no le merecen
respeto alguno y miente al afirmar que «tampoco distorsionó el sentido de la
noticia»: quizá, ciertamente, no haya distorsionado el sentido del boletín que
casi copió y pegó, pero sin duda distorsionó noticiosamente los hechos, al no
considerar las otras versiones posibles.
¿Qué
consecuencias legales tendrá para esas instituciones y para este y los demás
periódicos «boletineros» el haber atropellado en flagrancia y con dolo los
derechos de ambos denunciantes? Ninguna. ¿Se les obligará a restituir los daños
producidos? Lo dudo. Porque en San Luis Potosí hay severos vacíos de poder que
incentivan ilegalidades y, por lo visto, son escasos los ciudadanos que tomen
decisiones éticas y legales respecto de la desinformación sistemática a la que
los sometemos medios y periodistas.
No comments:
Post a Comment