¿LIBELO,
CHANTAJE, EXTORSIÓN O IGNORANCIA PERIODÍSTICA DE ADRIANA OCHOA?
Por Eric
Muñiz de la Rosa
En la
parte “Rollos sueltos”, de su columna La Cábala del domingo 6 de abril, Adriana
Ochoa, “editora” del diario Pulso, hace unos comentarios tan atrevidos como
periodísticamente inaceptables. Escribe que “Especial fama han creado en la
Junta Local de Conciliación y Arbitraje unos abogados muy buena onda que
regalan chucherías ‘chiviadas’, boletos para conciertos, pantallas de TV y
hasta efectivo (le llaman ‘porcentajes’) a secretarias, notificadores,
conciliadores y demás”.
Por las
descripciones de las “chucherías” se puede deducir que Adriana tiene pruebas
irrefutables de lo que describe, incluyendo lo “chiviado”.
Obviamente
que Adriana también tiene bien identificados e investigados a los corruptos
empleados de la Junta, que bien han de llegar a una docena, pues incluye a “secretarias,
notificadores, conciliadores y demás”, (salta la pregunta ¿No deberían de ir a
prisión empleados que son cómplices de semejantes fraudes contra los
trabajadores que deben de representar?)
Luego
Adriana describe, con manifiesta seguridad, que los abogados “curiosamente, tienen un despacho que ha
cobrado fama de ‘infalible’ y que en la propia dependencia tiene a sus
propagandistas: en cuanto les cae el caso de algún trabajador despedido ‘de una
empresa grande’, o por lo menos económicamente prometedora para fines de un
laudo, le ‘recomiendan’ que vaya con el despacho de marras”.
Adriana
inclusive describe, con minuciosos detalles, la supuesta estrategia de los
abogados, escribiendo “¿Cómo operan estos señores para tener éxito con sus
patrocinados? Pues hay algunos indicios, como el truco de las notificaciones
hechas perdedizas o retrasadas a propósito para que la empresa demandada pierda
por incomparecencia en los plazos establecidos”.
Luego
Adriana desata mas acusaciones: “Otros son los fallos por pretextos o
interpretaciones parciales de la ley. El asunto es que ganen los representados
del despacho este, aunque al final de cuentas la ganancia ni sea para los
trabajadores, sino para los habilidosos abogados que se aseguran su buena
comisión”.
Y remata
con acusaciones de complicidad de empleados de la Junta de Conciliación y
Arbitraje: “El personal de la Junta está encantado con estos súper abogadazos y
los cariños y favores mutuos se han hecho de más fama, aunque el secretario del
Trabajo no se dé por enterado. A lo mejor anda demasiado ocupado en prepararse
el camino para que su jefe el gobernador lo haga notario antes de concluir la
administración”.
Vaya con
esta “periodista” ¿No serian sus descubrimientos, y conocimientos del caso,
suficiente material para un estupendo reportaje sobre corrupción tan descarada
como criminal? ¿No sería suficiente para que a los abogados en cuestión se les
inhabilitara para ejercer tan delicada profesión?
Periodistas
estadunidenses, por reportajes similares, han obtenido es prestigioso Premio
Pulitzer de Periodismo. Bueno, eso es lo referente a que Adriana falla
miserablemente en ejercer el periodismo.
Pero
viene la verdadera razón por la que Adriana escribió ese relato de manera tan
periodísticamente ignorante.
Empecemos
por lo brillante que son los “periodistas” potosinos para el soborno y el chantaje: Durante las dos
semanas anteriores a esta columna de Adriana, entre el gremio periodiquero
corrió como (perdóneseme el cliché) reguero de pólvora la, aparentemente,
exitosa extorsión de que fue víctima el director de Comunicación Publica de
Gobierno del Estado, Roberto Armando Naif Kuri, cometida por Lucero Aguilar
Fuentes, editora de la revista Expresiones, quien le exigió –dicen un par de
periodistas— que le comprara 10 portadas de su revista por un total de 400 mil
pesos, o de otra manera le publicaría cosas oscuras de su vida, acusándolo en
su página de Facebook de ser un drogadicto, alcohólico, misógino, violador y
mas lindezas por el estilo –esto nadie me lo conto, lo leí en la página de
facebook de Lucero—.
Cabria
el beneficio de la duda, pero a los pocos días Lucero publicó en su página de
Facebook una disculpa pública que decía: “Va una disculpa pública al Ingeniero
Roberto Armando Naif, un hombre probo en toda la extensión de la palabra, con
quien tuve la oportunidad de platicar ampliamente esta mañana y pudimos
arreglar malos entendidos. Con él tengo una amistad de más de 25 años y espero
tener el honor de seguir siendo siempre su amiga”. Como que no hay lugar a
dudas.
No hay
lugar a dudas que la publicación de tan atrevidas acusaciones de Adriana Ochoa
contra los abogados haya sido con el
propósito de extorsionarlos, de una manera tan sutil, disfrazada como critica
en una columna “periodística”.
Si lo logró, nunca lo sabremos.
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