Sunday, March 9, 2014

EDUARDO LOPEZ CRUZ NO ES NADIE NI NADA EN EL PERIODISMO POTOSINO

EDUARDO LOPEZ CRUZ NO ES NADIE NI NADA EN EL PERIODISMO POTOSINO

El auto nombrado escritor, historiador y periodista Eduardo López Cruz, no es nadie, ni nada en San Luis Potosí. Peor que eso, en lo que más ha fracasado ha sido como periodista.

Para empezar, Eduardo López Cruz, en ningún medio de comunicación que ha trabajado ha dejado huella como periodista, peor aún, en los medios de comunicación en los que ha “trabajado”—sin goce de sueldo o con sueldos de miseria—ha causado desavenencias entre sus colegas, los hizo sus enemigos y salió corriendo de ahí.

¿Cuál ha sido la razón? Sencillamente Eduardo López Cruz siempre ha pensado que es mejor que cualquiera de sus compañeros de equipo, mejor que el jefe de redacción que tiene arriba de él; piensa que él es mejor que el jefe de sección o que el editor que le corrige sus notas; piensa que es mejor que el mismo director del medio para el cual trabaja.

Y ese ha sido su mayor problema. Piensa que es el mejor. ¿Y cuál ha sido su resultado? Que no ha trabajado como periodista el tiempo suficiente, y comprobar que es periodista, como para decir que tiene un historial de periodista. Es más, búsquese algo de él en Google, una nota, un artículo, una columna. Nada.

Si, “trabajó” en Dios sabe qué posición en El Heraldo. Imagínense, en ¡El Heraldo! El peor diario de la ciudad, el peor del estado, donde ni siquiera se practica el periodismo verdadero. O sea, el peor entre los peores. Y ese fue el primer medio de donde salió corriendo “gracias” a su personalidad de imaginaria superioridad.

Luego vino un periodo de muy mala leche en el vespertino San Luis Hoy, del que salió enemistado con todos sus colegas, desde editores hasta reporteros. Salió de San Luis Hoy porque fue un “incomprendido”. La realidad es que salió de ese diario porque se dio atribuciones que no le correspondían, y cuando el marcaron el alto, se fue herido en su “dignidad”.

A Eduardo López Cruz le vino la oportunidad de oro cuando le ofrecieron un puesto de máxima importancia—para él—cuando se iba a establecer en San Luis Potosí el diario Milenio San Luis. Fue como sacarse la lotería sin comprar billete. Por fin podría sacarles la lengua a todos esos enemigos del periodismo que fue haciendo a su paso y que dejó detrás como puentes que fue quemando a su paso.

Pensó que era el premio a su perseverancia de creerse el mejor sobre los demás, le encomendaron en Milenio que buscara, y formara, un grupo de colaboradores de “primer orden”.

¿Y a quien invita a colaborar en ese diario? ¡A mí! Yo que vivo en Chicago, que tengo décadas de no ir a San Luis Potosí no le pasé por desapercibido, mi fama como verdadero periodista llego a él, me quería para “su” periódico, me quiso aprovechar, me quiso para alzarse el cuello de orgullo.

Si, en efecto, sabiendo que yo vivo en Chicago me dirige un correo electrónico pidiéndome que colaborara con Milenio. ¿Yo, quien ahora dice que me “corrió” de Librevía? Cuando él NUNCA tuvo ni la capacidad ni la oportunidad de llegar a ser en esencia jefe de redacción de Librevía, porque mas tardó en deshacerse de la verdadera Jefa de Redacción, Sofía Padrón Quijano, que lo que duro él en ese puesto.

Y todo lo que aquí escribo es verdad, porque es del conocimiento de los trabajadores del medio. Como verdad es que Eduardo López Cruz, Hilario Hernández y Alfredo Narváez Ochoa, ya se creían dueños de Milenio San Luis, e hicieron aspavientos, y lanzaron cañonazos al aire, y se vieron en una torre de marfil.

Pero por fortuna, quizás por designios divinos, o simplemente por eso que llaman KARMA. ¡Todo se les vino abajo!

Dios existe.

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